Y sin saberlo... hoy, 22 de febrero, entiendo realmente lo que es fortaleza.
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22 de febrero de 2018. Hospital San José Infantil. Bogotá, Colombia |
Querido Thiago:
Hace exactamente un año llegaste a este mundo, mi pequeño príncipe. A las 4:57 de la mañana tomaste tu primera bocarada de aire, pero inmediatamente dejaste de respirar. Te llevaron a cuidados intensivos, donde en algún momento nos llegaron a decir que quizás no saldrías de allí, pero tu fortaleza empezó a surgir. No te importaron las malas noticias que durante días nos dijeron a tu mamá y a mí; tú querías vivir y se te notaba. Finalmente, después de eternos 37 días, por fin podía llevarte a la casa que tanto esperó por ti.
El miedo se apoderó de mí y supongo que de tu mamá también. Durante días no dormimos por contemplarte ( y revisar que no te faltará oxígeno), pero poco a poco nos fuimos acostumbrando a tenerte en casa. Tres meses maravillosos hasta que en junio volviste a tener problemas de salud y empezamos a conocer a profundidad las "ías": fisiatría, gastroenterología, otorrinolaringología, neumología, neurología, cardiología, oftalmología, inmunología, fonoaudiología, urología, pediatría, nefrología, hematología, dermatología, infectología... y genética (sin la ía).
De ahí en adelante me has demostrado que no importa lo que te ataque, tú siempre serás más fuerte y lo vencerás. No en vano, muchas veces en la ambulancia de camino al hospital te ibas riendo, como diciendo: "tranquilos, papás, estoy bien".
Llegábamos contigo al hospital y con el asombro de los doctores de verte tan feliz, contento y bien -así los exámenes dijeran lo contrario- empezamos a aprender a convivir con medicamentos, pulsioxímetros, jeringas, sueros, máquinas, termómetros, tratamientos, pinchazos, enfermeros, terapeutas, médicos...
Aunque gran parte de tu primer año de vida lo has pasado entre hospitales, todo esto me ha llenado de fortaleza porque si tú sigues regalándome una sonrisa sin importar las cuatro neumonías, las siete cirugías, los cuarenta días en cuidados intensivos, ni los numerosos y tortuosos exámenes, quién soy yo para quejarme por nimiedades.
Gracias, mil gracias, por esta enseñanza tan grande que me das. Aunque aún no puedes leer esto, gracias a los recuerdos de Facebook algún día lo harás y te darás cuenta que no solo me diste el placer de ser tu padre, sino el regalo de aprender a entender lo realmente importante en la vida y que a pesar de todo y todos, siempre se debe luchar.
Feliz cumpleaños, mi chiquito hermoso. Te amo con todas las fuerzas de mi corazón y recuerda que #juntossomosmásfuertes.
Tu papá, o como dirías "fafá".
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